Los vinos ecológicos: una apuesta por tu salud y por el medio ambiente
Tendemos a pensar en el vino como un producto natural, que contiene únicamente zumo de uva fermentado. Sin embargo, la realidad puede ser bastante distinta.
Muchos vinos pueden contener diferentes aditivos, los cuales, según la legislación vigente, ni siquiera tienen que figurar en la etiqueta. Esto sin contar con los restos de otras sustancias como pesticidas o fertilizantes, que a menudo quedan en ellos.
Por este motivo, son cada vez más los que se deciden por los vinos ecológicos. Estos se elaboran de una manera mucho más natural y con menos aditivos.
¿Pero cuáles son las principales diferencias que existen entre los vinos bio y los convencionales?
Una forma diferente de cultivar
Las diferencias empiezan ya en el propio viñedo. Para poder obtener el certificado bio, las uvas tienen que haberse cultivado según las condiciones de la agricultura ecológica.
Esto implica que no pueden emplearse fertilizantes sintéticos, ni pesticidas químicos. No se trata de una cuestión baladí, porque precisamente las uvas se encuentran entre los vegetales más contaminados por plaguicidas agrícolas. De hecho, no es infrecuente encontrar en los análisis restos de varios tipos de pesticidas diferentes a la vez.
Las consecuencias que este "efecto cóctel" puede tener sobre nuestra salud todavía no se han investigado a fondo. No obstante, parece obvio que la incidencia de varios químicos, de forma combinada, puede acarrearnos un mayor daño.
Pero la salud no es la única beneficiada por el uso de técnicas de la agricultura ecológica. También lo es el medio ambiente.
Al no utilizarse herbicidas, se mantiene un manto vegetal que protege el suelo contra la erosión. Esto impide que las lluvias o el viento se lleven el manto fértil del suelo.
Además, la vegetación podrá acoger a una fauna de insectos beneficiosos, que ayudan a la polinización, al aumento de la biodiversidad y a mantener las plagas a raya, sin necesidad de recurrir a sustancias tóxicas o nocivas.
Muchos de los trabajos que se llevan a cabo en el viñedo se realizan además de manera manual. Como consecuencia, las vides y las uvas se tratan con una mayor delicadeza y esto se nota, sin duda alguna, en el sabor del producto final.
Hay que tener en cuenta que la uva es un fruto frágil y su recolección mecanizada puede dañarlo. Esto, a su vez, puede inducir una fermentación temprana no controlada, algo que se traducirá en un vino de menor calidad.
Menos aditivos
En el propio proceso de elaboración del vino también se producen importantes diferencias. En los vinos ecológicos está mucho más limitado el uso de aditivos.
Sólo pueden emplearse aquellos que se encuentran listados en el Reglamento de Ejecución (UE) 203/2012 y, en muchos casos, en cantidades sensiblemente inferiores a las autorizadas para los vinos convencionales.
¿Pero qué aditivos se añaden habitualmente al vino? Algunos de los más comunes son:
- Colorantes alimentarios.
- Espesantes para incrementar la llamada "sensación en boca".
- Azúcares para corregir la acidez.
- Levaduras artificiales para acelerar los procesos fermentativos.
- Agentes antibacterianos como el Velcorin (dimetildicarbonato), cuya finalidad principal es eliminar determinados contaminantes bacterianos que pueden causar olores no deseados en el vino. El Velcorin es una sustancia tóxica en cantidades elevadas.
- Sulfitos añadidos como conservantes. Ayudan a impedir la proliferación de bacterias y mohos. Los sulfitos pueden causar alergias en cantidades altas y su consumo regular puede inactivar la absorción de diferentes vitaminas. Si bien existe una pequeña cantidad de sulfitos naturales en el vino, que se producen debido a la fermentación, la inmensa mayoría de los vinos llevan sulfitos añadidos.
La certificación ecológica no excluye todos estos aditivos, pero sí limita, en algunos casos, las cantidades que se pueden emplear.
Es importante destacar, que los vinos ecológicos producidos de manera artesanal y a pequeña escala, se suelen elaborar sin o con una cantidad mucho menor de aditivos. Incluso existen vinos sin sulfitos añadidos. Esto es así porque la elaboración de estos caldos es generalmente más cuidadosa, lo que deriva en una menor incidencia de contaminaciones y problemas. También suele trabajarse con cosechas más pequeñas, por lo que no es necesario alargar artificialmente la caducidad del producto. Todo lo contrario ocurre con la distribución de vinos a gran escala.
Pero no son los aditivos lo único que se limita en la producción de vinos ecológicos. La legislación también prohibe el uso de una serie de técnicas y tratamientos no naturales, que sí están permitidos en los convencionales.
Los vinos ecológicos son más saludables
Hemos visto entonces, que los vinos ecológicos son producidos sin el empleo de pesticidas y con serias limitaciones en el uso de determinados aditivos. Además, no se permiten determinadas técnicas de producción agresivas. Esto se traduce en un producto final de mayor calidad y más saludable.
Incluso la composición del propio vino puede cambiar para mejor.
Algunos análisis han demostrado que los vinos ecológicos contienen alrededor de un 30% más de resveratrol. Se trata de un polifenol presente en la piel de las uvas tintas, que actúa como un poderoso antioxidante. También se le atribuyen beneficios para la salud cardiovascular o incluso para la prevención del cáncer.
Si un vino ecológico ya nos aporta una buena garantía de que estaremos ante un producto saludable y de calidad, todavía lo será más si se trata de uno biodinámico.
Qué es un vino biodinámico
Podríamos decir que la agricultura biodinámica es una variante avanzada de la ecológica. No sólo cumple con las condiciones que se piden a los productos bio, sino que además sigue unos principios de cultivo específicos. Estos fueron definidos por su creador Rudolf Steiner, a principios del siglo XX.
La filosofía biodinámica entiende que la producción agrícola debe de configurarse como un circuito cerrado, el cual se retroalimenta y respeta los ciclos naturales. Esto significa que se toman recursos de la tierra, pero también se le devuelven otros.
Así, por ejemplo, en la agricultura biodinámica es habitual enterrar cuernos rellenos de estiércol de vaca en el suelo de los campos, para después de algunos meses recuperarla en forma de hummus, el cual se pulveriza sobre los cultivos para fertilizarlos. También se trabaja el viñedo de acuerdo con los ciclos lunares, para un aprovechamiento máximo de las energías positivas.
Tal vez estas prácticas puedan parecer algo exóticas o incluso esotéricas, pero lo cierto es que los campos biodinámicos, generalmente, gozan de muy buena salud. Esto contrasta con la agricultura convencional, que tiende a agotar los recursos del suelo, destruyendo el manto fértil que lo cubre.
Unos suelos ricos en nutrientes se traducirán, como es natural, en unos viñedos más sanos. Vides con frutos llenos de vitaminas, minerales y polifenoles, que aportarán al vino muchas propiedades saludables, además de un mejor sabor.
Elige siempre vinos ecológicos y, si posible, biodinámicos
Como hemos podido ver, los vinos ecológicos y biodinámicos no sólo se producen sin pesticidas y con menos aditivos, sino también con unos métodos de elaboración más cuidados. Esto te permitirá disfrutar siempre de un producto excepcional.
Además, podrás degustar tu copa de vino con la tranquilidad de que no ha sido obtenida a costa del medio ambiente, sino respetando los ciclos naturales, la riqueza del suelo y la biodiversidad.
Y para que tengas más fácil disfrutarlos, en La Aldea Biomarket, contamos con un amplio catálogo de vinos ecológicos y biodinámicos de pequeños productores locales gallegos como Bacelos de Biobrá (Valdeorras) y Bodegas Corsica (Albariño).
Por supuesto, también de otros de nacionales de calidad, entre los que se encuentran por ejemplo el Noralba de la Rioja o el Montecastrillo de la Ribera del Duero.
Para conocer nuestro surtido en detalle, puedes visitar la sección de vinos de nuestra tienda online.
Así que ya no tienes excusa para levantar tu copa de vino ecológico, mientras brindas a tu salud y a la del medio ambiente.