Con la llegada de los días más cálidos, seguro que pasarás más tiempo en el exterior. Aumentarán tus horas de exposición al sol y empezarás a tener que aplicarte una crema o un protector solar para proteger tu piel.

¿Pero cuál es la mejor opción de las muchas que hay disponibles?

¿Es mejor un filtro mineral o uno químico? ¿Qué factor de protección es el más indicado para mí?

¿Debería usar un protector solar ecológico? ¿Las cremas solares pueden implicar riesgos para la salud?

En este post encontrarás todas las respuestas.

¿Contra qué tipo de rayos debe proteger un filtro solar?

El primer aspecto importante a la hora de elegir tu protector solar natural es asegurarte que te proteja contra todos los tipos de radiaciones solares dañinas.

Rayos UVB

Este tipo de radiación supone sólo un pequeño porcentaje de la que recibes, pero notarás sus efectos de forma muy rápida. Debido a ellos, tu piel enrojecerá o se pondrá morena. Incluso pueden causarte quemaduras serias. Los rayos UVB son también los que provocan la mayoría de los cánceres de piel.

El nivel de protección contra la radiación UVB viene definido por el llamado factor de protección solar (FPS). Este normalmente se indica con valores que oscilan entre 10 y 100.

¿Pero qué significa exactamente el valor del FPS?

Se trata del número de minutos que aumenta la resistencia de tu piel cuando te aplicas el protector solar.

Por ejemplo, si te aplicas un factor 20, esto significa que, si pasas 20 minutos al sol, sólo recibirás los rayos UVB equivalentes a 1 minuto de exposición. Con un factor 50, podrás pasar 50 minutos al sol con el mismo resultado.

Es importante que tengas en cuenta que, cuanto más alto el factor, más concentrado estará el producto. Por lo tanto, aumentará también el riesgo de que pueda provocarte alguna reacción alérgica.

En este sentido, la mejor estrategia es que uses el factor adecuado, de acuerdo con la sensibilidad de tu piel y el tiempo de exposición al sol que tienes previsto.

Puedes calcular esto de manera sencilla. Fíjate en el tiempo que necesitas pasar al sol para que tu piel se ponga ligeramente roja (sin llegar a quemarte). Si, por ejemplo, en tu caso son 20 minutos y tienes pensado pasar 8 horas en el exterior, el cálculo sería como sigue:

480 minutos (8 Horas) / 20 minutos = 24

Por lo tanto, podrías usar un factor 25 o 30, por ejemplo.

Importante es que tengas en cuenta que los rayos UVB se reflejan en la nieve o en la arena. Esto puede hacer que aumente su fuerza en hasta un 20%. Por lo tanto, debes valorar esto a la hora de hacer tus cálculos.

Rayos UVA

Suponen la inmensa mayoría de los rayos solares que recibe tu piel. Aunque no te causan quemaduras directamente, como ocurre con los UVB, tampoco son inofensivos.

Su principal problemática es que penetran hasta capas profundas de la piel. Allí, si te expones al sol en exceso, pueden provocar cambios a nivel celular. Las consecuencias pueden manifestarse en forma de manchas en la piel, envejecimiento o reacciones alérgicas.

Si bien es menos frecuente que con la radiación UVB, los rayos UVA también pueden causar cáncer. Su mayor peligro radica en que no nos damos cuenta de la sobreexposición, ya que no sentimos ningún un efecto inmediato, como quemaduras o escozor.

Los rayos UVA, incluso, pueden atravesar ventanas o ciertas prendas de ropa finas.

Por lo tanto, asegúrate siempre de que tu protector solar filtre ambos tipos de radiaciones solares dañinas, tanto los UVB, como los UVA.

Filtros solares químicos vs físicos

Existen dos grandes tipos de filtros solares que hoy en día puedes encontrar en el mercado.

Protectores solares químicos

Como su nombre indica, este tipo de filtros contienen ingredientes químicos, generalmente derivados de los hidrocarburos. Los más comunes son la oxibenzona, el oxinoxato o la avobenzona.

Estas sustancias son rápidamente absorbidas por la piel y modifican su estructura química. Esto hace que se comporte de manera distinta ante las radiaciones solares. En vez de absorberlas, las convierte en calor el cual después es liberado nuevamente.

Los protectores solares químicos tienen la ventaja de no dejar restos blanquecinos o grasientos sobre la piel, ya que se absorben muy rápidamente. Por ello resultan agradables y ligeros de llevar. Sus efectos son además bastante duraderos, ya que producen una menor sudoración que otros tipos de cremas.

Sin embargo, también presentan algunos inconvenientes bastante serios. Al penetrar en las capas profundas de tu piel, los componentes químicos de estos bloqueadores solares tienen la capacidad de causar modificaciones en la estructura tus células.

De hecho, los derivados del petróleo son sospechosos de actuar como disruptores endocrinos y de interferir con las hormonas sexuales. También se les relaciona con diferentes tipos de cáncer.

Por otro lado, no protegen inmediatamente contra los rayos solares. Normalmente es necesario aplicarlos unos 20 minutos antes de tomar el sol, para que la reacción química que los hace funcionar se pueda producir.

Protectores solares físicos o minerales

Tienen un funcionamiento muy sencillo. Simplemente crean una película protectora sobre tu piel, que refleja los rayos UVB y UVB, impidiendo que penetren en ella. Esto se consigue a través de determinados minerales con efectos reflectantes. Los más utilizados son el óxido de zinc o el dióxido de titanio.

La principal ventaja de de un protector solar físico, frente a uno químico, es que las partículas de los minerales usados en él son demasiado grandes para que los poros los puedan absorber. Esto lo hace más seguro desde el punto de vista de la salud, puesto que no interfiere en tus células. Por el mismo motivo, también es menos frecuente que cause alergias e irritaciones.

Otra de sus ventajas es que te protege desde el mismo momento de su aplicación. Una vez creada la película sobre tu piel, bloquea los rayos solares entrantes.

En cuanto a los inconvenientes, los filtros físicos en sus inicios presentaban algunos problemas debido a su textura. Esta era mucho más gruesa y pastosa que la de los protectores solares químicos. Al untarse sobre la piel formaban una película blanquecina que, sobre todo en pieles morenas, podía resultar bastante antiestética.

Provocaban también una mayor sudoración, lo que los hacía más incómodos de llevar y obligaba a reponerlos con más frecuencia. Estos problemas, sin embargo, hoy en día están ampliamente superados. Solamente en algunas cremas de factores muy altos puede todavía producirse una ligera capa blanquecina.

En los últimos años, los fabricantes han hecho un esfuerzo muy importante para aumentar la comodidad y eficacia de los filtros solares físicos. Añadiendo determinados aceites y emolientes a su composición, se ha conseguido un mucho mejor comportamiento sobre la piel, que prácticamente iguala a los protectores químicos.

Cuidado con la nanotecnología

Existe, sin embargo, un factor importante que debes tener en cuenta si decides usar un protector solar físico. En su afán de desarrollar un producto con mejores características, algunas marcas han tratado de reducir el tamaño de las partículas de óxido de Zinc o dióxido de titanio a través de la nanotecnología. De este modo, se evita la creación de la típica película blanquecina cuando se aplica la crema.

Sin embargo, con estas técnicas también se acaba con una de las mayores ventajas de los protectores solares físicos: su seguridad.

Esto se debe a que las nuevas partículas minerales microscópicas, creadas con nanotecnología, sí son absorbidas por la piel. Pueden además atravesar las membranas de las células, por lo que podrían producir cambios en nuestro ADN.

Se teme que esto podría dar lugar a mutaciones que deriven en cánceres o interfieran con el sistema hormonal.

Por ello, es importante que compruebes siempre que el filtro físico que compres esté libre de nanopartículas. Muchas marcas, hacen constar esto en el etiquetado.

Protectores solar ecológicos

Una muy buena opción son los protectores solares ecológicos. Se trata normalmente de filtros solares físicos, pero que incluyen aceites naturales que mejoran de forma notable la textura, a la vez que nutren la piel de manera saludable.

Estos bloqueadores de las radiaciones no contienen sustancias peligrosas y además están totalmente libres de nanotecnología. De hecho, los organismos certificadores prohíben totalmente su uso. Pero además tienen otra ventaja importante: son biodegrables. Esto es especialmente relevante si realizas actividades acuáticas en el mar o en lagos y ríos. Los filtros solares convencionales, especialmente los químicos derivados de hidrocarburos, dejan una película de grasa sobre el agua. Eso degrada su pureza y puede afectar negativamente a la vida acuática.

Por ello, eligiendo un protector solar ecológico y biodegradable no sólo te protegerás tú, sino que también estarás cuidando del medio ambiente.

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El protector solar ideal

¿Qué puntos importantes debes tener entonces en cuenta a la hora de elegir el filtro solar perfecto?

  • Fíjate en que ofrezca protección contra todas las radiaciones dañinas, tanto para los rayos UVB como los UVA
  • Escoge un factor de protección adecuado para tu tipo de piel y el tiempo de exposición previsto. Ni demasiado alto, ni demasiado bajo.
  • Utiliza preferiblemente un filtro de tipo físico y en el que no se haya usado nanotecnología.
  • Siempre que sea posible, decídete por productos ecológicos y biodegradables.

Teniendo en cuenta estas pautas generales, podrás disfrutar de una protección adecuada contra el sol, sin comprometer tu salud ni la del medio ambiente.