Seguramente que habrás oído hablar de los probióticos. Te suena que los contienen los yogures, que son buenos para tu salud y que "recargan tus defensas".

¿Pero qué son realmente? ¿Y existen otros alimentos, diferentes al yogur, que los contengan?

En este post vamos a contártelo todo sobre estos pequeños microorganismos beneficiosos.

Las bacterias probóticas: fundamentales para la vida

Las paredes de tu intestino son un lugar muy especial. Están colonizadas por millones de bacterias que, junto con otros microorganismos, forman una comunidad que vive en simbiosis. Es decir, unos dependen de otros. Es lo que conocemos como "microbiota" o "flora intestinal".

Si la simple palabra "bacteria" te produce rechazo y tu mente inmediatamente piensa "desinfección", deberías pensártelo dos veces. De hecho, muchas de estas bacterias de tu intestino cumplen funciones vitales en tu organismo.

Por un lado, producen determinadas enzimas que te permiten absorber los nutrientes de los alimentos que pasan a través de tu intestino. También ayudan a fabricar aminoácidos, vitaminas y otros compuestos importantes que necesitas para sobrevivir.

Por otra parte, forman una barrera protectora para que tóxicos y materiales de desecho no se filtren a tu sangre y te causen infecciones y enfermedades. Por ello, se las llama "bacterias buenas" o más técnicamente bacterias probióticas. Esta palabra se deriva del griego y significa "para la vida", algo que es muy elocuente sobre su importancia.

Un intestino sano es sinónimo de salud

Las bacterias probióticas son, en su mayoría, de la familia de los lactobacilos y las bifidobacterias. No obstante, en tu intestino también viven otras bacterias que no son tan amigables. Entre ellas están, por ejemplo, la salmonela o la e.coli y algunos hongos nocivos como la cándida albicans, responsable de la candidiasis.

Sin embargo, estas no resultan problemáticas si su número no es elevado y son mantenidas bajo control por tus bacterias buenas. ¿Y cómo mantienen a raya estas últimas a los microorganismos nocivos?

En realidad, esto se produce de manera natural. Los lactobacilos y las bifidobacterias se alimentan de cadenas largas de azúcares presentes en los carbohidratos y las fibras de los vegetales que ingieres. En el proceso de descomposición de estas generan ácido láctico, el cual provoca que tu intestino tenga un pH ligeramente ácido.

En este ambiente los lactobacilos se reproducen rápidamente, porque es su medio ideal de vida. Sin embargo, estas condiciones no les gustan nada a las bacterias y hongos patógenos, frenándose su proliferación.

Por este motivo es, muy importante que mantengas en tu intestino una buena colonia de bacterias probióticas sanas. De lo contrario, ocuparán su lugar otros microorganismos oportunistas y dañinos y no tardarán en llegar las enfermedades y las infecciones.

Por cierto, una pequeña curiosidad: el proceso de alimentación de las bacterias probióticas se conoce por un nombre que seguro que te es familiar: fermentación.

Como reforzar a las bacterias probióticas

¿Cómo puedes entonces asegurar que las bacterias probióticas, que viven en tu intestino, se encuentren pletóricas y llenas de vigor?

En primer lugar, alimentándolas bien con lo que más les gusta: carbohidratos complejos. Estos se encuentran en la fibra de las verduras y hortalizas, en los cereales integrales y las legumbres.

Pero existe otra estrategia muy recomendable: traer "refuerzos" desde el exterior. Y es que existen muchos alimentos que contienen cepas de bacterias probióticas vivas. Estas pueden sobrevivir a la digestión y unirse a la comunidad de las que ya viven en tu intestino.

Es de destacar que las hay de dos tipos:

  • Bacterias residentes. Son iguales que las que ya colonizan tu intestino, con lo que aumentarás su población.
  • Bacterias transitorias. Estas sólo permanecen en tu intestino algunos días, y después son excretadas a través de las heces.

Sin embargo, ambas son importantes. Mientras las primeras forman parte de la comunidad residente de tu intestino, las segundas tienen un efecto muy positivo sobre las primeras. Hacen que estas se activen y funcionen a pleno rendimiento.

Por ello, lo ideal es combinar ambos tipos de bacterias, para que trabajen juntas.

Qué alimentos contienen probióticos

¿Cuáles son entonces los alimentos que contienen cepas de bacterias probióticas vivas?

Recordarás que comentamos anteriormente, que las bacterias lácticas se alimentan mediante un proceso de fermentación. Por lo tanto, podrás encontrarlas en todo tipo de alimentos fermentados.

Algunos de los más populares son:

  • Chucrut
  • Kimchi o col fermentada coreana
  • Pepinillos fermentados o "pickles"
  • Tempeh
  • Miso
  • Salsa de soja Tamari o Shoyu
  • Quesos hechos con leche cruda
  • Yogur y kéfir de leche
  • Kéfir de té (kombucha) o kéfir de agua
  • Vinagre de manzana o de umeboshi

Esto, por supuesto, sólo son algunos de los muchos ejemplos existentes. Casi todas las culturas tienen especialidades de alimentos fermentados, ya sean carnes, pescados, lácteos o verduras.

Por cierto, si estás pensando en bebidas fermentadas como la cerveza, el vino o la sidra, lamentablemente estas no te ayudarán mucho, puesto que cuando la concentración de alcohol aumenta hasta niveles importantes, las bacterias probióticas se mueren.

Los enemigos de tus bacterias probióticas

A principios del siglo pasado era muy habitual que las familias prepararan alimentos fermentados en casa, con fines de conservación. Raro era el hogar donde no se estuvieran fermentando coles, otras verduras, aceitunas, quesos o incluso carnes.

Sin embargo, con la llegada de los modernos sistemas de fabricación, conservación y distribución el panorama ha cambiado radicalmente.

Hoy en día consumimos muchos menos alimentos fermentados y los que se abren paso hasta nuestra mesa proceden principalmente de una fabricación industrial a gran escala.

En estos métodos de producción se utilizan procesos térmicos de esterilización como la pasteurización o, para los encurtidos, el vinagre de vino blanco, altamente concentrado.

Estas técnicas no sólo matan a los patógenos, sino también a las bacterias probióticas. Por consiguiente, el valor de estos alimentos, como fuente de bacterias beneficiosas, es nulo.

Por fortuna, poco a poco se está empezando a reconocer la importancia de consumir probióticos auténticos, por lo que tímidamente están empezando a regresar los productos fermentados sin pasteurizar a nuestros supermercados.

Junto con el kéfir de leche, que ya es bastante popular, encontramos también algunos alimentos y bebidas más exóticas. Un buen ejemplo son el kéfir de té (kombucha) o el kéfir de agua.

Suponen una alternativa muy saludable a los refrescos, ya que las bacterias lácticas, durante el proceso de fermentación, descomponen los azúcares y generan gas. Como resultado obtenemos una deliciosa bebida carbonatada, pero sin apenas azúcar.

Puedes encontrarla en nuestra tienda, donde también tenemos otros productos probióticos como quesos sin pasteurizar o diferentes fermentos asiáticos como miso, el tempeh o el vinagre de umbeboshi.

Vuelve a los orígenes para cuidar tu salud

Ahora que ya sabes lo sanos que son los fermentos y lo valiosos que son los probióticos para tu salud, seguro que te animas a volver a introducirlos regularmente en tu dieta y en tu vida.

Trata de combinar varias bebidas y alimentos probióticos, ya que cada uno contiene cepas de bacterias diferentes. Por lo tanto, cuanto mayor sea la variedad, mayor será el beneficio para tu salud y los efectos positivos que puedas lograr.

Y, quién sabe, a lo mejor hasta te animas a imitar a las abuelas y te decides a probar hacer alimentos fermentados en casa. Es bastante sencillo y no necesita de un gran equipamiento técnico.

Bastará un tarro grande de cristal, una tapa y un peso para mantener el contenido sumergido. El libro Pura Fermentación es un estupendo lugar para comenzar, ya que te dará infinitas ideas de todos lo que se puede fermentar

¡Si te lanzas a la piscina y lo pruebas, no dejes de contárnoslo! Y sino, ya sabes que tienes una amplia variedad de alimentos con bacterias probióticas vivas en nuestro supermercado ecológico.