El aceite de palma ha sido objeto de una gran controversia últimamente. Se le acusa de ser dañino para la salud y su producción perjudicial para el medio ambiente. ¿Qué hay de cierto en todo ello? ¿En qué productos se encuentra? ¿Debo evitarlo en mi cesta de la compra? En este post encontrarás todas las respuestas.

Dé dónde procede el aceite de palma

El aceite de palma se obtiene a partir de la pulpa de los dátiles de la llamada palma aceitera africana o Elaeis Guineensis, que como su nombre indica, es originaria del golfo de Guinea, en África.

La planta crece sin problemas en cualquier zona tropical. De hecho, hoy en día se calcula que el 85% de la producción de aceite de palma procede de dos países asiáticos: Indonesia y Malasia.

Puede extraerse también aceite de sus semillas, recibiendo entonces el nombre de aceite de palmiste.

La niña bonita de la industria alimentaria

Durante las últimas décadas, la industria alimentaria ha vivido una auténtica luna de miel con el aceite de palma. No es de extrañar, pues presenta un gran número de ventajas sobre el resto de las grasas vegetales.

Un aceite barato

La palma aceitera, es una planta mucho más productiva que cualquier otro cultivo aceitero. Sus dátiles contienen hasta un 50% de aceite. Se cultiva además en países con salarios muy bajos y donde las condiciones de trabajo no son muy favorables.

Características ideales

El aceite de palma es una de las pocas grasas vegetales que son sólidas a temperatura ambiente. Esta característica le da muchas utilidades. Puede usarse como un espesante natural o en todo tipo de productos en los que se quiera conseguir una textura cremosa o untable.

Resiste además muy bien las altas temperaturas que se alcanzan en la fabricación de algunos alimentos procesados. Debido a que contiene antioxidantes naturales, no se enrancia con facilidad y ayuda a la conservación de los alimentos que lo incluyen entre sus ingredientes.

Qué productos contienen aceite de palma

Nada menos que el 50% de todos los alimentos procesados que encontramos en un supermercado convencional contienen aceite de palma. Según datos de la OCDE, cada europeo ingiere al año más de 50 kilos de aceite de palma.

Es usado en alimentos tan dispares como margarinas, galletas, pastillas de caldo, helados, pizzas, quesos de untar o incluso en leches infantiles. Debido a su cremosidad, es un ingrediente predilecto en cosméticos, jabones y productos de limpieza.

A menudo, no es del todo fácil detectar el aceite de palma en el etiquetado de los productos. Si bien desde 2014, ya no está permitido que los fabricantes lo escondan tras la denominación “aceite vegetal”, si utilizan numerosos otros nombres, con los que puede pasar desapercibido.

Puedes encontrar una lista de más de 200 nombres que se utilizan para el aceite de palma en esta Web.

El aceite de palma y la salud

refineria aceite de palma

¿Es el aceite de palma perjudicial para la salud? Es difícil dar un sí o un no categórico.

Cabe destacar que es un aceite con un 50% de contenido en grasas saturadas. En el caso del de palmiste, incluso un 80%. Es un porcentaje muy alto si lo comparamos con el aceite de oliva, donde las grasas saturadas rondan sólo el 10%.

Si bien la grasa saturada es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, siempre debemos tomarla con moderación. Es bien sabido, que en exceso puede elevar nuestro nivel de colesterol y dar lugar a accidentes cardiovasculares.

Esto es especialmente relevante para quien sigue una dieta típicamente occidental, con la que ya se ingieren una gran cantidad de grasas saturadas a través de productos cárnicos o lácteos.

Otro problema es que el aceite de palma que contienen la mayoría de los productos que consumimos es refinado. El aceite de palma virgen, de color rojizo, incluso tiene propiedades beneficiosas para la salud. Es rico en Vitamina E y Betacarotenos antioxidantes (Vitamina A).

No obstante, la mayoría de estas propiedades se pierden con el refinado a alta temperatura y el proceso de decoloración. El resultado es una grasa saturada, incolora, sin apenas valor nutricional.

Si durante el refinado o las fases posteriores se alcanzaron altas temperaturas, esto puede dar lugar a la generación de sustancias cancerígenas como los benzopirenos.

No podemos saber a qué productos aplica esto, pero en el peor de los casos, el riesgo es similar al que corremos cuando comemos alimentos preparados en una barbacoa, por ejemplo.

El problema medioambiental

El aumento espectacular de la demanda de aceite de palma está causando nefastas consecuencias para el medio ambiente. Al precisarse más superficie de cultivo, se queman grandes extensiones de bosques tropicales para plantar palmas aceiteras. Los incendios, como la propia deforestación aceleran vertiginosamente el efecto invernadero y el cambio climático.

Muchas especies animales amenazadas como el Orangután de Borneo ven además desaparecer el hábitat donde viven.

La certificación RSPO

La RSPO (siglas en inglés de “mesa redonda para aceite de palma sostenible”), es una certificación que creó la propia industria, para garantizar algunos estándares mínimos en lo que respecta al cultivo responsable de la palma y a unas condiciones laborales dignas. No obstante, sólo alrededor del 16% de las plantaciones están adscritas a la RSPO.

Las organizaciones ecologistas consideran además la regulación de esta organización insuficiente, puesto que por ejemplo no prohíbe claramente la deforestación o el uso de pesticidas.

En este sentido, una mayor garantía es la que ofrecen los productos con el sello ecológico. Si bien no soluciona todos los problemas derivados del cultivo del aceite de palma, sí asegura unos estándares más altos que la RSPO. Las plantaciones de aceite de palma ecológico certificado no pueden usar pesticidas y están obligadas a usar métodos de cultivo más sostenibles.

Qué hacer

¿Debemos entonces boicotear los productos que contengan aceite de palma? En lo que al tema medioambiental respecta, es un problema de difícil solución.

Si lo sustituyésemos por otros aceites menos productivos, habría que incrementar sustancialmente la superficie de cultivo. Esto podría dar lugar a una todavía mayor deforestación. Muchas familias de países del tercer mundo viven además de esta industria. En Indonesia solamente, supone el 11% de sus exportaciones.

Por ello, la mejor estrategia parece la diversificación. Usar diferentes tipos de aceites de diferentes zonas geográficas para al menos frenar la expansión de cultivos de palma. En cuanto a la salud, no es imprescindible que lo retiremos de nuestra dieta completamente. No obstante, es importante que moderemos su consumo. Especialmente, porque en muchos productos aparece en combinación con otras sustancias que no nos convienen, como grandes cantidades de azúcar refinada, glutamatos y otros aditivos.

En este sentido, una buena solución puede ser preparar más alimentos en casa, donde podemos controlar los ingredientes que utilizamos. También podemos optar por los productos ecológicos donde los fabricantes, conscientes de los problemas del aceite de palma, están haciendo esfuerzos para irlo retirando paulatinamente de sus recetas. Además estaremos adquiriendo un alimento mucho más saludable, elaborado con ingredientes 100% naturales y en el que no se han añadido los múltiples aditivos utilizados en los productos convencionales.